La política resulta ser un tema que comienza a interferir de manera efervescente en los círculos sociales, en las relaciones familiares y tiende necesariamente a ser censurado, ello con el objeto de no causar enemistades entre quienes siempre han compartido eventos en común. Hoy, resulta un tema trascendental, pero por el escozor que genera, es mejor dejarla a un lado… Sin embargo, surgen grandes dudas al respecto, tales como: ¿Realmente es importante hablar de política?
¿Cuándo hablamos de política a qué nos referimos?
La reflexión sobre la política es un asunto de difícil descripción.
Quizás, lo anterior, se deba al concepto mismo, cuando no al carácter polisémico y variable de un término que se ha tratado desde distintas disciplinas. También porque la política, como objeto de reflexión, se presenta, a pesar de su uso cotidiano, como un término controvertido, de diferente uso y comprensión, según el ámbito y el momento en que se emplee.
Empero, partiendo desde presupuestos propios de la ciencia política, se realizará un aproximación entre tantas de las definiciones que pueden desarrollarse, y que será fundamental para considerar la discusión propuesta.
Es entonces necesario comprender a la política como “el conjunto de relaciones derivadas de la interacción de los seres humanos como consecuencia de vivir en sociedad”,
siendo el principal efecto, considerar al ser humano como un “Ser Social” y en sí mismo por esta necesidad de convivir en sociedad y desarrollarse dentro de la misma; se convierte en lo que denomina Aristóteles un “Animal Político, o Zoon Politikon”.
De acuerdo con lo anterior, la política corresponde a un fenómeno universal en el que la persona humana “desarrolla actividades y establece relaciones de poder”; esto hace que sea un término familiar, que responde a diferenciados sentidos y ámbitos de aplicación; de esto sigue que, la política está ligada a la misma condición humana y por tanto puede considerarse como una construcción de orden social.
La política como un elemento necesario para vivir en sociedad
Sin lugar a dudas, el hombre ha nacido para vivir en sociedad, desde la necesidades básicas en la época arcaica (O de la prehistoria) necesitando de su Grupo Social Primario (la familia) para actividades como: la alimentación y los cuidados básicos, hasta la necesidad de agruparse que surgió para poder conseguir mayor cantidad y calidad de Recursos y Alimentos, formando las primitivas Comunidades o Tribus (Gens), que posteriormente crecieron y evolucionaron en lo que hoy en día son las grandes Naciones y Estados modernos.
Con esta evolución, y con el fin de garantizar la Seguridad y Estabilidad de estas comunidades, se crea la necesidad de establecer un Jefe o Patriarca que se encargaba de dirigir las distintas actividades; y este proceso evolutivo derivó en los distintos Consejos de Ancianos, hasta la aparición de un concepto innovador y filosófico que derivó en la progresión del mundo moderno: La Política.
El objetivo que tiene la Política está justamente ligado al Orden Social, teniendo en sus orígenes, una estrecha afinidad con la Moral y la Voluntad, justamente a lo que apunta es al: Bienestar Social, la realización de actividades que garanticen el bien común, y donde los Políticos son los encargados de actuar como mediadores entre los distintos problemas de Convivencia que surjan entre los individuos de una sociedad determinada, siendo esta última actividad, esencial para la construcción de la vida en sociedades organizadas y modernas.
Todos somos políticos
Una de las mayores críticas hacia el ejercicio de la política, es considerarla como un beneficio del titular (especialmente), y a través de ella, buscar la manera de satisfacer cuestiones personales.
No obstante, al hablar de política, se convierte en un requisito sine qua non hablar en pro de la sociedad, adicional a ello, comprender que todos somos seres políticos por naturaleza, y que independientemente de la posición que ocupemos dentro de una estructura social, estamos llamados participar de ella; ya sea de forma directa o indirecta, teniendo en cuenta siempre, que estaremos enfrentados a un proceso de decisión que tendrá un alcance significativo dentro de nuestro grupo social.
Ahora bien, si revisamos por ejemplo, el mensaje y legado de la obra de Aristóteles (Política) es claro que aquí, el fenómeno se trata como:
“Una invitación a vivir mejor, entendiendo que nuestra vida es esencialmente política y supone el ejercicio de nuestros derechos, y deberes, como ciudadanos de la mejor forma posible”.
Aristóteles entendía a la política o politeia como una actividad excelsa, a la cual debían dedicar sus mejores esfuerzos y virtudes quienes tenían derechos (ciudadanos); es decir, se plantea a través de la majestuosa obra la Política una serie de reflexiones acerca, no solo de la necesidad de ejercer los derechos ciudadanos, sino que se destaca el destino de los humanos: ser “animales políticos”, seres biológicos y sociales cuya vida en comunidad tiene la condición de ser política.
La política nos compete a todos (Libertad guiando al pueblo, Eugéne Delacroix) |
Para entender esto, debemos tener presente que, para Aristóteles, el análisis de la naturaleza de toda cosa existente pasaba por estudiar su “fin” en sí mismo, es decir, el objetivo hacia el cual se dirigía en su desarrollo como cosa existente. A este enfoque se le llama teleológico.
En consecuencia, si echamos un ojeada a nuestra Constitución Política de 1991, en (su artículo 40), encontramos no solo consagrado los Derechos políticos de todo ciudadano, sino también, el Deber político que se tiene como tal, desarrollando postulados propios de las consecuencias de ser individuos que hacen parte de una sociedad organizada.
Es por esta razón, que la política se encuentra al alcance de todos y no solo como un derecho, pues además de ello es un deber e implica una serie de responsabilidades, como lo indica el artículo 95 de la Carta Constitucional.
Sobre el ¿Por qué y para qué? de la política
Una de las principales necesidades que encierran el hecho de “ser Políticos” (en atención a lo que se ha venido desarrollando) se eleva al interés de crear conciencia ciudadana, dotando a los individuos de elementos necesarios para participar en medio del debate democrático, que permita realizar una construcción de las soluciones a problemas o interrogantes ocasionados en la sociedad, para ello, este ejercicio se garantiza mediante la ejecución y materialización de los derechos políticos; es decir, mediante los “Mecanismos de Participación Ciudadana”.
Ahora bien, para poder comprender muchas de las formas de manifestación de la política, se requiere echar un vistazo hacia atrás, pues se debe establecer una diferencia entre el pensamiento político clásico y el pensamiento político moderno. A su forma de ver, Aristóteles identificaba a la política con el ejercicio del poder, sus modos de adquisición y utilización, su concentración y distribución, su origen y la legitimidad de su ejercicio.
De esta forma, las inquietudes en el pensamiento político clásico oscilaron entre la identificación de quién tiene el poder, cómo se ejerce y en el enjuiciamiento de su ejercicio.
Contrario sensu, con Maquiavelo la política se distingue de la moral y de la religión (Es decir, se especializa). Se inicia un proceso de gradual atomización, empezando a ser analizada desde perspectivas fundamentalmente técnicas.
La reflexión política, a partir de Maquiavelo, se crea no sólo alrededor del concepto de poder, sino, sobre todo, en torno a la institución que posibilita su ejercicio: el Estado.
Es por esta razón, que la ambivalencia entre el poder y el Estado, será, en adelante, el centro de debate de las sucesivas reflexiones sobre la política. En este sentido, es que relacionamos la política directamente con el poder público, direccionando su fin hacia el ejercicio de una democracia representativa y participativa. Sin embargo, se requiere identificar dos grandes grupos de concepciones sobre la política: en primer lugar, la política en sentido cooperativo y, en segundo lugar, la política en sentido conflictivo.
En el primer caso, la política sería la actividad a través de la cual los grupos humanos toman decisiones colectivas. En el segundo, inspirada en la concepción maquiavélica, y también schmittiana; se entiende la política como una actividad de conflicto entre personas, grupos, intereses o visiones del mundo.
Esta dualidad en la concepción de la política genera una distinción importante entre los dos conceptos centrales de la reflexión política: el concepto de poder, cercano a la última acepción de política y el concepto de legitimidad, más acorde con una concepción de la política que resalta sus aspectos consensuales.
La política como Derecho y como Deber
Como objeto de reflexión la Política, desde una perspectiva dinámica se interesa más por los procesos políticos, en donde el Estado no ocupa un espacio tan destacado. La condición política tiene como premisa la aceptación de la pluralidad de culturas y discursos, razón por la cual, el rechazo por el universalismo político es evidente. Esto implica que el Estado pierde protagonismo para cederlo cada vez a la sociedad.
Como se puede observar, el poder, como componente central de la política, ha guiado la mayoría de las reflexiones en torno a ella. Desde Aristóteles hasta Maquiavelo, la relación de poder que se establece entre los hombres, según la cual, unos obedecen y otros mandan sigue seduciendo a estudiosos e investigadores, ya que esta relación no sólo, ni siempre, se basa en la fuerza o la violencia, sino que está vinculada con ideas, creencias y valores.
De este modo, lo político resultará aquel ámbito social en que se producen relaciones de poder, esto es, relaciones de mando y obediencia (Entre dominador y dominado, en las precisiones conceptuales Weberianas), o bien se trata de aquel ámbito en el que se dirimen los conflictos entre los grupos sociales por los bienes colectivos.
La política, desde esta perspectiva, está asociada con la existencia de conflictos sociales y de los intentos por sofocarlos o regularlos.
Es decir, la finalidad de la política, como actividad y relación social, sería la de regular los conflictos, de un lado; y, tomar decisiones respecto a la misma, del otro. A los interrogantes clásicos de quién tiene el poder y cómo se ejerce, se les podría añadir el componente normativo, es decir, la idea de que el ejercicio del poder ha de enjuiciar moralmente.
De esta forma, el pensamiento político moderno, desde Maquiavelo hasta Marx, se plantea como objeto del análisis político el Estado, vinculando de alguna forma el origen de la ciencia política con la aparición del Estado moderno a partir del siglo XV.
Si Maquiavelo y Hobbes se mostraban preocupados por la necesidad de crear un orden político a través del control del poder en el interior de unas fronteras bien definidas (delimitadas), en otros casos será el de la creación de un Estado pluralista (Locke), democrático (Tocqueville), fuerte (Hegel), con equilibrio de poderes y fundada en un principio de legalidad (Montesquieu), instrumento de una clase social dominante (Marx) o capaz de asegurar un compromiso entre las clases sociales (Kelsen).
De este modo, a partir de una redefinición del concepto de política en términos del Estado, los estudios giraron en torno a problemas asociados a la construcción no sólo de las formas estatales sino de cuáles eran las principales características que éstas debían poseer.
Concretamente, del Estado-nación, como institución concentradora y ejercitadora de poder, con lo cual el estudio, o reflexión, política se expuso al dilema de convertirse en una ciencia del poder, entendido éste como ejercicio del Estado, o éste sería competencia exclusiva del estudio de la política.
Es por esta razón y no otra, que la participación política ciudadana es un paso hacia el fortalecimiento de la democracia, hacia la inclusión y la representación de todos (individuos y/o ciudadanos), teniendo muchas formas a través de las cual se puede manifestar:
Votar por un/a candidato/a o un partido político; pertenecer a un partido político; participar en cabildos abiertos; apoyar o rechazar proyectos de revocatoria de mandato; participar en una iniciativa popular que de paso a la creación de una ley, entre otros mecanismos, es abrirnos al mundo insuperable de la política.
Por lo tanto, no debe ser objeto de censura, pues comprende una dualidad entre deber y derecho, de esta forma se cumple con un compromiso como ciudadano de un Estado, con derechos y deberes que le imponen una carga de coadyuvar en el proceso de estructuración de las sociedad, al ser el único titular de la Soberanía (Art. 3 Constitución Política) y nada más por eso es que sí, resulta pertinente que ¡hablemos de política!
Autoría: Erika León FuentesRevisión: Fernando HernándezEdición: Erika León Fuentes y Andrés Correa
Sobran Las Presentaciones: Columnas fundamentadas sobre problemas sociales globales y de actualidad.
Referencias
Autoría: Erika León Fuentes
Revisión: Fernando Hernández
Edición: Erika León Fuentes y Andrés Correa
Sobran Las Presentaciones: Columnas fundamentadas sobre problemas sociales globales y de actualidad.
GUZMAN MENDOZA, La política como objeto de reflexión, Revista de Derecho, universidad del Norte, Barranquilla, 2008.
KNOLL. M, Aristóteles y el pensamiento político aristocrático, 2017.
ARISTÓTELES, Política, Libro VII- VIII, "Sobre las formas de gobierno".
MAQUIAVELO, El príncipe, ediciones Artemisa, 2017.
Imágenes de referencia
1 Comentarios
Desentendernos del espectro político es negar decisiones como qué vestir y qué comer, por eso somos esencialmente políticos y nuestra vida depende de cuál es la que nos rige.
ResponderBorrar