La Ética no debe ser entendida como un proyecto de la Modernidad acabado, sino como un proyecto que en nuestro presente, exige nuevas miradas y perspectivas frente a la llamada Posmodernidad o Modernidad líquida. En ese sentido, podemos encontrar una confrontación en la bien denominada Ética Líquida y la Ética Sólida y en sí mismo, la Modernidad y Posmodernidad.
(La siguiente entrada corresponde a una reseña del libro “ética posmoderna”, del filósofo y sociólogo polaco-británico con raíces judías, Zygmunt Bauman. )
“El progreso, en resumen, ha dejado de ser un discurso que habla de mejorar la vida de todos para convertirse en un discurso de supervivencia personal”.(Zygmunt Bauman)
Posmodernidad y modernidad líquida
Iniciemos considerando el concepto posmodernidad, pues es aquí donde se desarrolla el núcleo de la obra.
(Posmoderno, aquello que le sigue por decurso a lo moderno)
Zygmunt Bauman se enmarca en el grupo de intelectuales que son críticos del concepto y movimiento cultural, denominado posmodernidad; por cuanto despliega su análisis en forma contraria al tratamiento que se le ha dado al concepto mismo, desde un aporte teórico y conceptual particular. Vale decir, extendido al problema mismo de la modernidad.
Así las cosas, Bauman llamará modernidad líquida o tardía, a la posmodernidad, en razón a que se trata de una continuación del proceso histórico de la modernidad en la época contemporánea.
Esta diferencia es vital para adentrarnos a su obra, por cuanto, Bauman se aleja de los intelectuales llamados posmodernos, quienes señalan el fin de la modernidad con la llegada de la posmodernidad (Entendida como un proceso histórico nuevo y distinto).
Entre estos autores podríamos señalar:
- Jean Francois Lytoard
- Jean Baudrillard
- Gianni Vattimo
Bauman y la ética
La posición de Bauman sobre el tema de la ética, lo convierte en un teórico que contribuye a estudiar la misma dentro de las sociedades globalizadas.
Las culturas de vida influidas por el consumismo masivo del sujeto líquido, ha llevado al agotamiento de la realidad social y la fragmentación de un código ético basado en una moral estable, que se espera guie la conducta de los individuos, generando en él sentimientos de indeterminación y ambivalencia.
Este descubrimiento puede ser tomado como ácido, pero Bauman comenzará a desarrollar el proyecto de la modernidad liquida, a partir de dichos sentimientos como pilares de la construcción de un imaginario social del sujeto tardío consumidor e individualizado, el cual cuenta con escazas regulaciones de moralidad y en la época actual, en donde hay una aceleración del tiempo y una fragmentación de la historia, debe abordar de distinta manera los nuevos y viejos problemas morales.
Moralidad: modernidad y posmodernidad
La posmodernidad exige una ampliación del código moral, al igual que del conjunto de la experiencia humana, lo que a su vez equivale a una nueva construcción de categorías y valores que estructuren la moral y por ende, la cultura de vida, toda vez que a partir de un proceso de licuefacción (Proceso que atraviesa al sujeto liquido permanentemente)...
...Los hombres se servirán de una moral que no sólo se alimente de su razón y de los imperativos como lo pregonaba la modernidad, ahora deben encaminarse a partir de la ambivalencia y la aporía como elementos constitutivos del carácter, del ethos y de la personalidad auténtica.
De esta manera, evocaría en el imaginario social del sujeto líquido un nuevo código moral que no se sustente en universalismos, ni fundamentalismos; sino en un pluralismo.
La cuestión reside en sacar de la vida concreta del hombre una moralidad institucional o tradicional determinada por leyes e imperativos fuertes, y en contraposición; construir desde la incertidumbre y la fragmentación de la vida humana, pues justamente allí, es donde florece el yo moral.
Planteamiento central del autor
El autor considera que, en la perspectiva posmoderna, resulta necesario “evacuar” el efecto que ha generado en la vida social de las distintas sociedades y grupos humanos, la creencia en el universalismo ético.
Por tanto, es preciso retornar a los atributos esenciales de cada uno de los miembros de la sociedad, fomentando y recuperando rasgos que han sido invisibilizados por la modernidad liquida.
Particularmente, se destaca que la sociedad en la que vivimos está llena de consumidores, de personas individualizadas y con escazas regulaciones en el plano de lo moral. Hay según el autor, una fuerte y profunda de tensión entre fundamentalismo y pluralismo debate que nutre a la ética actual, es allí donde reside la cuestión axial de la ética posmoderna.
Bauman presenta una exposición de lo que denomina reglas éticas, las cuales divide en tres:
- Comúnmente acordadas entre las partes.
- Comúnmente observadas y esperadas entre los individuos.
- Aquellas que guían nuestra conducta, la de los otros, hacia nosotros y, lleva a cabo la necesidad urgente de todos los días (Sosteniendo la vida cotidiana).
Al respecto, el autor comenta que existe un pluralismo de reglas (Nuestra época, la posmodernidad se caracteriza o se identifica con el pluralismo). De allí que se constituyan condiciones de vida ambivalentes, en donde las lecciones morales, así como la conciencia moral que se forme será de diversas formas, modos y manifestaciones.
La sociedad globalizada determina las formas y modos de nuestra particular cultura de vida, por cuanto, vivimos en un tiempo marcado por una fuerte ambigüedad moral, experimentando un tiempo que nos ofrece una libertad de elección nunca vista en la historia de la humanidad, aunque también, nos lanza hacia un estado de incertidumbre agobiante.
Es aquí, donde reside lo que titula la crisis moral posmoderna. El mundo líquido, lleva como trasfondo una sociedad de consumo y fluidos hábitos, en donde todo lo estable las costumbres arraigadas, valores fuertes y se convierten en impedimentos para el individuo, que por lo general tienden a abandonarse.
Tanto como indeterminación y ambivalencia terminan por apoderarse del imaginario social de la modernidad liquida, y donde el sólo esfuerzo de autoconstrucción personal frente a los demás, frente al consumo desmedido termina por ser la principal herramienta de expresión.
Bauman señala el hecho de que son los cambios tecnológicos y sociales ocurridos desde los años 60´s (Modernidad Tardía), los que hacen que las sociedades contemporáneas sean una continuación clara de transiciones institucionales y desarrollos culturales modernos.
Este concepto será el telón de fondo de un mundo fragmentario de identidades en competencia y contraste, así como de diversas culturas de estilo de vida variados. Es por ello, que la ambigüedad de las relaciones sociales fluidas afectan a los individuos y va produciendo en desfase un sí mismo: reflexivo y múltiple.
La modernidad desde la historia
En términos históricos, presenta una crítica en el entendido que la modernidad de las sociedades contemporáneas es una modernidad desarrollada, radicalizada y tardía.
Aún modernidad, y no una posmodernidad entendida como ciclo siguiente dentro del proceso histórico de la modernidad.
Así el posmodernismo, vendría a ser una versión hipertecnológica de la modernidad. En ese orden de ideas, la entrada a la sociedad globalizada está abierta para cualquiera que, con su propia posición y capacidad económica, desee o quiera vivir como un viajero (Nomadismo del hombre liquido moderno).
El hombre fluye por la sociedad y va cambiando de sitios, trabajos, profesión, pareja, cónyuge, valores, -incluso señala el autor, cambia de orientación política y sexual- viviendo en el mundo actual como un turista, excluyéndose de las redes sociales tradicionales de contención.
Bauman acentúa la nueva carga de responsabilidad que el modernismo líquido causa en la vida del hombre, como en su propia personalidad; generando en los individuos patrones tradicionales que serán reemplazados por unos auto escogidos.
La identidad posmoderna es la permanente ambivalencia en la que vivimos y que podemos evidenciar en las distintas dinámicas y visiones del mundo, o como la natural tendencia humana a asociarse con otros individuos de nuestra propia especie, y hacerse responsable de estas relaciones sociales en menor o mayor medida según se decida.
Se retoma una crítica mortal al statu quo de las sociedades modernas del siglo XVIII y XIX, porque considera que estos rasgos se encontraban expuestos embrionariamente en las tesis racionalistas de la modernidad XVI-XVIII y las tesis evolucionistas del siglo XIX, en donde advertirte que el objetivo de la sociedad no era el de la perfección humana o el enunciado de la libertad civil por medio de la vida colectiva; como lo pretende el proyecto moderno, sino el de la vida, simple y llana casi que fragmentaria y micro-social.
No obstante, la distinción que señala el autor entre evolucionistas y posmodernos se encuentra en que, para los segundos, “el individuo no solo vive con el hombre, sino para el hombre”. La particular importancia de ese “para los otros hombres” versa en aquello que denomina la perspectiva posmoderna, según la cual, no se concibe la sociedad como el resultado de un contrato social, donde se plantea la igualdad ante un poder soberano, como lo señalaba J. Rousseau en donde se le concederá el papel del juez y legislador, sino como aquella realidad social que se presenta cuando un tercero “modela” u “objetifica”, el grupo moral formado por un yo moral diluido, es decir, en la construcción del sujeto tardío o líquido.
En cuanto al modernismo líquido, nos dice el autor que se trata de la búsqueda de un modelo social que implica “el fin de la era del compromiso mutuo” y, conlleva a una reducción del espacio público y por consiguiente, se impone un individualismo que conduce a la corrosión y lenta desintegración del concepto de ciudadano.
Actualmente vivimos en sociedades y Estados globalizados enmarcados en una poderosa revolución tecnológica. La consecuencia de estos procesos consiste en el surgimiento de una mentalidad normativa, con énfasis en el cambio más que en la permanencia, y por supuesto en el compromiso provisorio; más que en el permanente o sólido. Sin lugar a dudas, se trata de una herida mortal al ego y al sujeto moderno, que nos señala que el ser humano ingresa a la prisión de su propia creación existencial.
Bibliografía
“ÉTICA POSMODERNA”, ZYGMUNT BAUMAN. (Siglo XXI editores, 2009, 324 Págs.)
Autoría: Fernando Hernández.
Revisión: Eliana Vargas.
Edición: Erika León y Andrés Correa.
1 Comentarios
Vemos una crítica directa a los presupuestos éticos que hacen ver la ética como una universalidad, y nos traslada a una nueva perspectiva.
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